La OPAQ: Desarme y el impacto del progreso de la ciencia y la tecnología
El 30 de marzo de 2023 INCIPE celebró el evento titulado La OPAQ: Desarme y el impacto del progreso de la ciencia y la tecnología. La sesión contó con la participación de Fernando Arias, director general de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), quien explicó la labor de esta organización para controlar o prohibir el uso de armas químicas en el mundo. El encuentro fue presentado por el embajador y secretario general de INCIPE, Manuel Alabart. Tras la ponencia, se celebró una ronda de preguntas moderada por el director de INCIPE, Vicente Garrido.
Comienza Fernando Arias señalando que el mundo está sufriendo un gran deterioro en materia de seguridad internacional. Hace un recorrido histórico remarcando que la Convención para la Prohibición de las Armas Químicas entró en vigor en 1997, significando desde el principio un hito histórico en materia de derecho internacional. Una Convención más que necesaria pues, por ejemplo, durante la Primera Guerra Mundial, se emplearon más de 100.000 toneladas de agentes químicos y murieron más de 90.000 soldados como consecuencia de ello. En estos 26 años de la OPAQ, se ha logrado la destrucción de prácticamente la totalidad de los arsenales químicos declarados por los Estados miembros, lo que ha sido reconocido con el Premio Nobel de la Paz recibido en 2013.
Forman parte de la OPAQ 193 Estados miembros, siendo el tratado de desarme con mayor número de adhesiones. Sin embargo, la continuidad del éxito alcanzado no está garantizado, ya que en los últimos años se han utilizado armas químicas en Irak, Malasia, Reino Unido, Rusia y Siria. Otro dossier importante es el de la guerra de Ucrania, en la que existen temores y amenazas de que se usen armas de destrucción masiva en ese país, incluyendo armas químicas. La OPAQ tiene un equipo que hace un seguimiento de la situación en Ucrania en todo momento.
Para Fernando Arias, garantizar la persecución de los responsables del uso de armas químicas es un paso adicional importantísimo para fortalecer la normativa contra el uso de estas armas. Tras la caída del muro de Berlín había un ambiente de optimismo y apertura internacional con posiciones constructivas en la diplomacia multilateral. No obstante, desde entonces, la cooperación internacional se ha debilitado enormemente. No se pone en duda que el trabajo realizado en estos años es verdaderamente significativo, pero, desgraciadamente, cuando todavía no ha terminado totalmente la etapa de la destrucción de armas la OPAQ ya ha iniciado una nueva y difícil andadura para enfrentarse con una nueva y difícil agenda. En un momento como el actual, en el que existen numerosas tensiones entre los grandes Estados, e incluso se dan escenarios de guerra abierta, la mayor parte de los tratados relativos a esta materia no están ya en vigor o en la práctica no se aplican.
El progreso de la ciencia y la tecnología en los últimos años ha facilitado el desarrollo de nuevos agentes químicos, de nuevas posibilidades para utilizarlos y de nuevos métodos para su producción. Debemos adicionalmente considerar que muchos ejércitos disponen de robots armados, drones y de potentes ordenadores con programas militarizados que pueden ser utilizados para transportar y diseminar con eficacia agentes químicos de alta peligrosidad.
Además, la industria química utiliza con frecuencia de forma totalmente legal sustancias llamadas de doble uso. Estas son usadas para fines pacíficos, pero su empleo debe ser estrictamente controlado desde su producción, creación, pasando por su comercialización, transporte, almacenamiento y uso, porque de lo contrario pueden ser sustraídas y utilizadas para usos ilícitos como los fines terroristas. El nuevo centro de química y tecnología de la OPAQ, que será inaugurado próximamente, responde a esta necesidad, pues proporciona una plataforma de alta calidad para trabajar conjuntamente en investigación científica con modernos métodos de análisis de laboratorio y de capacitación en diversas áreas necesarias para los inspectores de la organización.
A raíz de las preguntas planteadas durante el debate, Fernando Arias afirma que se hacen 240 inspecciones al año en las que asesora a la industria química y se investiga si se están respetando los procedimientos para asegurar que ningún producto químico de doble uso acaba en manos de terroristas o agentes no autorizados. A la vez, se aconseja que se utilicen métodos seguros que eviten accidentes y no afecten a la salud de las personas que están trabajando las sustancias. Fernando Arias mantiene que la clave del trabajo de la OPAQ es la adaptación. De acuerdo con la Convención, el secretariado no puede enviar una inspección cuando crea que ha habido un ataque con armas químicas, solo cuando un Estado miembro lo pida y vaya al consejo ejecutivo. El terrorismo es preocupante; pero son los Estados los que deben aplicar legislaciones nacionales y el tratado de prohibición de armas químicas. Si los Estados no aprueban legislación especializada para aplicar la Convención, esta no se puede aplicar.
La universalidad es una prioridad, de acuerdo con lo que establecieron los Estados miembros. Uno de los objetivos constantes es la relación con la sociedad civil y con el mundo académico, y con el citado centro de química y tecnología se pretende crear una lista de personas e instituciones que deseen colaborar y participar en programas conjuntos de cooperación internacional. En los próximos diez años, el gran desafío de la OPAQ es el desarrollo de la ciencia y la tecnología; así como facilitar el entendimiento entre los más poderosos Estados parte.
Jaime Osorio
INCIPE