Seminario Retos de la seguridad energética mundial
El 29 de noviembre de 2022 INCIPE celebró una conferencia titulada Retos de la Seguridad Energética Mundial, en colaboración con el Ministerio de Defensa. La inauguración corrió a cargo de Manuel Alabart, embajador de España y secretario general de INCIPE, y Antonio Notario, jefe de la Unidad de Planteamiento Estratégico del Departamento de Seguridad Nacional (DSN), Gabinete de la Presidencia del Gobierno.
La actividad constó de dos mesas redondas, la primera, por título La geopolítica y la geoestrategia en la era de la transición energética, estuvo moderada por Vicente Garrido, director general de INCIPE. Participaron en ella el Coronel José Pardo de Santayana, coordinador de investigación y analista principal del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE); Sonia Velázquez, subdirectora adjunta en la Subdirección General de Relaciones Internacionales, Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana; y el Capitán de Navío Francisco Ruiz, jefe del Área de Unión Europea en la Dirección General de Política de Defensa del Ministerio de Defensa. La segunda mesa redonda, Tendencias actuales del mercado energético internacional, estuvo moderada por Silvia Iranzo, miembro del patronato de INCIPE y ex secretaria de Estado de Comercio. Participaron en ella Bill Richardson, ex secretario de Energía de los Estados Unidos y antiguo Embajador de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas; Adrián Lajous, ex director general de Pemex (México) y miembro de la junta de Gobierno del Oxford Institute of Energy Studies; y Ramón de Miguel, miembro del patronato de INCIPE, embajador de España y ex director general de la Energía en la Comisión Europea.
Antonio Notario, jefe de la Unidad de Planteamiento Estratégico del Departamento de Seguridad Nacional, tomó la palabra describiendo la vulnerabilidad energética como la amenaza de mayor preocupación para la seguridad nacional española. Articuló su intervención en torno a tres ideas fuerza:
- La seguridad energética como un ámbito de especial interés para la seguridad nacional, requiriendo una atención específica clave para la preservación de derechos y libertades de los ciudadanos. Es una cuestión de Estado que requiere de una visión a largo plazo (“patrimonio intergeneracional”) y posee un carácter transversal (requiriendo de una coordinación interdepartamental reforzada).
- La idea integral de la seguridad energética en cuanto a triple dimensión: seguridad de suministro, sostenibilidad medioambiental y admisibilidad de precios. La Estrategia de Seguridad Energética Nacional de 2015 era el primer texto político-estratégico que recogía en España una concepción 360 de la seguridad energética.
- España en su apuesta por la aceleración de los objetivos de la transición energética actualmente establecidos. Lo hará con la nueva Estrategia de Seguridad Energética que habrá de publicarse en 2023, sobre la base de tres objetivos: mayor eficiencia y ahorro energético; mayor autonomía estratégica y penetración de energías renovables en el mix; y mayor seguridad de suministro a través de la diversificación geográfica y la geopolítica de materiales.
Antonio Notario nos describe los puntos clave de la Estrategia de Seguridad Energética Nacional de 2015. Jjunto al ya mencionado, se dibujaba un perfil energético propio con sus debilidades y fortalezas y se adoptaba una postura de apertura europea solidaria favorecedora del mercado interior único. Notario incide también en la necesidad que se tuvo de adaptarla en el nuevo escenario híbrido, con la penetración de las energías renovables, la irrupción de la guerra en Ucrania (y el empleo por parte de la Federación Rusa de la energía como arma geopolítica) y un panorama complicado para la inversión en infraestructuras energéticas de largo plazo.
La geopolítica y la geoestrategia en la era de la transición energética
El Cor. José Pardo de Santayana abrió con su intervención la primera mesa redonda, anunciando que el actual contexto geopolítico no es favorable a la transición energética, así como la necesidad de que transición y seguridad vayan de la mano. Esta fricción geopolítica se mantendrá de manera inevitable en las décadas venideras, con China persiguiendo configurar un sistema internacional acorde a sus intereses y teniendo la actual década un carácter decisivo para la conquista de los objetivos de seguridad energética. Vivimos un momento de inflexión, donde se han compaginado muchas transiciones a la vez (geopolítica, social, energética), lo que comporta un elemento de incertidumbre que dificulta la transición energética. Pardo de Santayana señala que estamos transicionando de un mundo centrado en la diversidad de fuentes a uno en el que haya menos diversidad de suministro para asegurar la seguridad energética.
En un mundo en el que la demanda de petróleo y gas se vaya reduciendo, es más posible que esta producción tienda a concentrarse aún más en aquellos pocos países que la generen a precios de producción más bajos, ganando Oriente Medio en influencia geopolítica. La transición energética global es un reto de calibre enorme, especialmente en el mundo menos desarrollado, donde esta es si cabe más transcendental. La seguridad energética depende de un mundo cada vez más alejado del desarrollado y sin cuyo compromiso estos objetivos no se podrán conquistar. Destaca, por último, la importancia de la inversión; que habrá de hacerse a mayor proporción en energías renovables que en energías fósiles, pero que, con todo, no podrá descuidar estas últimas a riesgo de abrirse un escenario volátil de precios disparados. En este contexto, y a diferencia de antaño, España se encuentra en una situación más consolidada y favorable que los de los países de su entorno en términos de seguridad energética.
Sonia Velázquez resalta la mayor relevancia que ha vuelto a tener el concepto de seguridad de suministro energético (tanto a nivel nacional como ciudadano) sobre el de sostenibilidad en el transcurso de la última Cumbre del Clima, la COP27 celebrada en Egipto. Afirma que los países han de encontrar el modo de equilibrar la innovación en sostenibilidad y eficiencia energética; la transición energética (siendo el gas natural y la nuclear las alternativas más comunes); y la seguridad energética tradicional (con todo el peso del carbón y el petróleo) para la economía y la sociedad. Todo ello resaltando la importancia de la independencia como instrumento geopolítico. Habiendo planteado esto, Sonia Velázquez repasa aquellas fuentes que pueden ser la clave para este objetivo de compromiso. Afirma que, pese a que es indudable que las renovables son el futuro y precisan inversión, no están listas para hacer frente a la seguridad energética que precisamos. Esto no implica su abandono, sino su avance, complementación y análisis de sus riesgos futuros. Iniciando con la biomasa, si bien es una fuente de energía renovable sostenible y muy potente, ha de equilibrarse con la seguridad alimentaria. Otro tanto ocurre con el hidrógeno verde, cuyo uso debe ser compaginado con la escasez de agua dulce; o con la energía solar, con los residuos generados por los paneles y la necesidad de su mejora ambiental.
En materia de energía nuclear y gas, lanza la siguiente pregunta: “¿Cómo vamos a hacer para equilibrar cuánto invertir, durante cuánto tiempo, en qué energías hasta que dejen de ser rentables?”. Hemos de tener en cuenta que ambas precisan de infraestructuras caras que tardan años en amortizarse, lo que es difícil de compaginar con la apuesta por las renovables. Este es, sin duda, un problema central de la transición energética. Del gas señala además su carácter contaminante, por el que no puede emplearse como apuesta principal sino como respaldo de las renovables.
Finalmente, en el mundo en desarrollo y subdesarrollo, las necesidades de suministro y de autonomía energética a precios asequibles impulsan hacia las combustibles clásicas: petróleo y carbón (en esta última y el ámbito minero en su conjunto, China es un líder). En el mundo occidental (anglosajón) el carbón es el enemigo a batir, la energía más contaminante, cuya exigencia de reducción es muy difícil requerir a otros países. En la propia UE, Polonia y Alemania no se han desvinculado por completo del carbón. Por último, nos recuerda que las infraestructuras son vulnerables a ataques, cuya seguridad en su sentido clásico tiene que garantizarse.
Cerrando la primera mesa, el CN Francisco Ruiz se centra sobre todo en la geopolítica del gas. Previamente nos define la Seguridad Energética como oferta adecuada desde el punto de vista de la seguridad y de las redes de transporte. Otros factores que la conforman son los precios asumibles y la seguridad medioambiental, así como la seguridad de las instalaciones entendida como seguridad física. A la autonomía estratégica contribuyen dos factores: la no dependencia de fuentes externas y la reducción del consumo, para lo que la descarbonización es importante, pero habiendo de cuidarse de modelar su ritmo e impacto socioeconómico. El consumo de energía primaria no ha dejado de crecer en el mundo salvo por las crisis del 2009 y el 2020; y sigue ocupando el carbón la posición predominante. El carbón va disminuyendo progresivamente sustituido por el gas natural. La hidroeléctrica, nuclear y renovables van creciendo progresivamente pero ninguna alcanza el 10% del mix, estando muy lejos del modelo mundial que se pretende alcanzar. Actualmente más del 60% de la energía eléctrica china se genera con carbón, con el resto de tecnologías siendo prácticamente residuales y preguntándonos si en Occidente tenemos modo de compensar esta circunstancia. En Europa esto se reduce al 16%, siendo un panorama bastante más favorable pero lejos de ser perfecto especialmente en Polonia y Alemania, donde la quema de carbón se ha incrementado tras el inicio del conflicto en Ucrania. En línea con Sonia Fernández nos indica que el uso del gas para la generación eléctrica tendrá, si bien de forma decreciente, una importancia clave en el respaldo a la intermitencia de las renovables.
En cuanto a la geopolítica del gas, Francisco Ruiz nos indica que EE.UU. ha aumentado su producción un 50% en 10 años con el gas de esquisto, siendo un gran consumidor, pero también un importante exportador, especialmente en GNL. El aumento de Rusia ha sido mucho menor (en torno al 14%), con un consumo menor y un gran excedente de exportación. En lo referente al Caspio, Azerbaiyán no puede ser visto como una alternativa a grandes suministradores como Rusia o Argelia debido a su limitada capacidad de exportación. Turkmenistán, por su parte, tampoco es viable debido no solo a la difícil logística, sino a la competencia de China como su principal importador. En el ámbito Europeo, Noruega, gracias a su limitada población, dispone de un enorme excedente para exportar. Aun así, en general en lo que respecta a los campos del Mar del Norte se van agotando progresivamente, bajando en un 25% la producción del conjunto de Europa en los últimos 10 años. Argelia aumenta en un 26%, con un excedente de 55 bcm para exportar principalmente a España e Italia por gasoducto o GNL. En definitiva, el déficit europeo, en un contexto previo a la guerra en Ucrania, podía verse cubierto por gasoductos desde Rusia, Noruega y Argelia, respaldado por plantas de GNL por vía marítima; siendo el Caspio insuficiente. El precio de este gas garantizaba su prefactibilidad al estar ligado al del petróleo. Respecto al GNL en mercado de spot, si bien nos garantiza flexibilidad, contiene una mayor incertidumbre en su desvío hacia otros mercados, y requiere de la construcción de plantas. El 30% de las plantas de regasificación se encuentran en España, pero no tienen la capacidad de salir hacia el resto de Europa por su condición de isla energética.
Con todo, progresivamente, el modelo de comercio de gas mundial avanza hacia el GNL, circunstancia que Rusia ha previsto en su necesidad de desvincular de los clientes fijos con los que comerciaba por gasoducto. En la UE, la presencia de Rusia como mayor suministrador de gas natural en el 2021, con cerca del 40%, ha ido disminuyendo en ventaja de Reino Unido y EE.UU., que consolidan su presencia en el segundo cuarto de 2022. La tensión geopolítica ha llevado a que la capacidad de Rusia de enviar por gasoducto disminuya exponencialmente, reorientándose hacia China como su cliente principal, donde a un primer gasoducto (Fuerza de Siberia), se está planteando construir otro en la zona de frontera entre ambos países, entre Mongolia y Kazajstán.
¿Qué hará Europa para sustituir las importaciones rusas? La clave ahora reside en la sustitución de la mayor parte de la demanda de gas por renovables, pero a corto plazo se requieren fuentes alternativas: GNL canadiense, estadounidense, del Golfo de Guinea, Azerbaiyán (limitado), coordinándose con otros compradores de GNL como Japón, China y Corea. Es fundamental para España restaurar el diálogo energético con Argelia. Europa tiene que ser líder e impulsar la transición energética pero adaptando el ritmo a lo que puede y debe hacer.
Tendencias actuales del mercado energético internacional
Bill Richardson inició la segunda mesa redonda con una consideraciones principales sobre la reciente Cumbre del Clima. El acuerdo histórico para la creación de un fondo de apoyo para ayudar a los países más afectados por desastres del clima causó gran polémica entre los países ricos, que temían que se les responsabilizase ilimitadamente por los daños causados a sus economías. Se llegó pues a la noción de no responsabilizarse a ningún país por daños fruto de emisiones pasadas. Se observaron además avances lentos hacia las metas de reducción de emisiones, como un asunto no ya de cooperación sino de justicia. La promesa incumplida por los desarrollados de aportar 100 billones de dólares fue empleada por los países en desarrollo para convencer a la comunidad internacional sobre la necesidad de un vehículo formal de financiación. La aceptación del fondo supuso un cambio en la política americana, pero el reciente cambio del Congreso y el auge republicano pone en riesgo, indica Richardson, los logros conquistados en la COP. Respecto a los fracasos, Richardson señala que no se alcanzaron avances en materia de eliminación gradual de combustibles fósiles y del calentamiento global 1.5ºC, que hasta el año pasado habían sido prioridades. Factores como el uso de carbón en Europa en sustitución del gas ruso o las interrupciones de las cadenas de suministro son explicativos de este giro en la política internacional contra el cambio climático.
Este viraje de enfoque en la COP27, desde un punto de vista optimista, supone un enorme logro, pero también supone un reconocimiento por parte de la comunidad de naciones de su fracaso en la prevención de los mayores cataclismos que aún están por venir. Es decir, es una aceptación tácita del cambio de la era de prevención a la de consecuencias. En definitiva, si bien la COP27 es importante, los fracasos pueden prevenir las metas importantes que han sido parte de los últimos 27 años de reuniones.
Varios factores son importantes en la explicación del mercado energético internacional actual. Los cierres de las plantas industriales en China y el resto del mundo a causa de la pandemia han provocado una baja enorme en la demanda del petróleo. Con la renovación de las actividades industriales, la producción de petróleo quedó rezagada frente a la creciente demanda, lo que aumentó los precios y generó alzas inflacionarias mundiales. Ello se agravó con la invasión rusa de Ucrania. La transición hacia energías renovables es un proceso que los líderes habrán de acelerar para garantizar la paz y estabilidad mundial. La generación de energía renovable sigue creciendo, y está concentrando inversiones sin precedentes. El uso de inteligencia artificial para integrar los distintos tipos de energías renovables en el sistema de transmisión ha crecido enormemente, permitiendo diseñar sistemas de predicción y conectar más plantas renovables a la red de transmisión. Los países responsables de la mayor parte de las emisiones parecen seguir comprometidos a metas en línea con las del COP, destacando EE.UU., la UE y China.
Más del 80% de la generación millennial está a favor de que sus gobiernos fijen políticas de energía sostenible, y el 50% de este segmento considera importante trabajar con empresas que cuenten con los retos para la sostenibilidad. Las nuevas innovaciones en las energías renovables parecen demostrar que la inestabilidad que sufre Europa como resultado de la crisis energética por la guerra en Ucrania tan solo es pasajera, instándolos a invertir en renovables que nos lleven a la independencia energética.
Adrián Lajous, que partixcipó de manera telemática, insistió que la complejidad y profundidad de la transición energética está siendo afectada de manera profunda por eventos inmediatos que contribuyen a la inestabilidad. Bajo estas condiciones, resulta particularmente difícil, pero indispensable, tomar decisiones de alto riesgo, de gran envergadura y que alteran las relaciones entre países. Estos riesgos han de reconocerse fríamente sin caer en la parálisis de un análisis excesivamente pesimista. No solo se requiere administrar la crisis, sino que es necesario aprovecharla, generando cambios a más largo plazo.
La demanda de crudo y productos petrolíferos continuará desacelerándose, a lo que se añaden factores como la crisis energética europea, un menor crecimiento de la economía global en 2023 y la persistente debilidad económica de China. La oferta crecerá, si bien muy lentamente. El acuerdo de la OPEP + Rusia sobre la reducción de la producción en 2M de barriles diarios tendrá, sin embargo, una baja efectiva mucho menor dado que la mayoría de los miembros de esta organización no modificaron su producción. La producción rusa descenderá levemente en el último trimestre de 2022 y alrededor de 1.5 M de barriles en 2023, aunque esto último está sujeto a gran incertidumbre de la efectividad de las sanciones. Una parte de estas bajas será compensada por un aumento de la producción de EE.UU.
En lo que respecta al plazo inmediato, Lajous destaca la imposición de un techo al precio del petróleo crudo, cuyo nivel se determinará esta semana, y la posible adopción de un precio máximo de gas en Europa. El sexto paquete de sanciones del pasado 3 de junio incluyendo el embargo parcial a la importación de crudo ruso, deberá eliminar dichas importaciones de crudo el próximo lunes y de productos petrolíferos a partir del 5 de febrero de 2023, aprobándose, sin embargo, algunas excepciones a países altamente dependientes de productos rusos sin alternativas de almacenamiento. También incluía la prohibición a empresas europeas de prestar servicios relacionados al transporte de petróleo ruso, dificultando su capacidad de redirigir sus productos a otros lugares del mundo. El tercer elemento del paquete de sanciones incluía el establecimiento de un techo al precio de las exportaciones marítimas de crudo ruso. Ello permitirá que si bien el flujo de crudo ruso fuera de Europa continúe, lo haga a un precio menor; limitando así sus ingresos petroleros y alcanzando Occidente un mayor control sobre la inflación global.
El desarrollo de las importaciones de gas natural ruso a Europa se fundamentó en la confianza mutua derivada de una premisa: tanto Rusia como Europa dependían de los flujos de gas y de los ingresos de divisas generadas. Ello garantizó su estabilidad y alentó su crecimiento durante años. En 2022 la confianza mutua entre Rusia y Europa ha desaparecido y tardará un largo tiempo en restablecerse. El colapso de las exportaciones de gas ruso plantea importantes retos a Europa, especialmente a Alemania, República Checa, Austria, Hungría y Eslovaquia, países especialmente dependientes. De mantenerse las condiciones actuales, la situación será posiblemente catastrófica en el invierno 2023-2024 para esta subregión, llevando a la necesidad de moderar la demanda. Igualmente, la situación en Europa puede afectar al mercado de gas en regiones lejanas. Por ejemplo, la satisfacción de la demanda europea mediante importaciones de gas licuado estadounidense otrora dirigido a China y que pudo ser desviado gracias a la baja demanda por el Covid en dicho país.
Cerrando la segunda mesa redonda, Ramón de Miguel se centró en la situación europea, cuyo problema considera acotado en el espacio. La cuestión de la escasez de gas afecta especialmente a las sociedades desarrolladas acostumbradas a un alto nivel de vida y un compromiso absolutamente religioso con la reducción de gases de efecto invernadero. Se trata, además, de un problema limitado en el tiempo; la demanda es fuerte y la oferta ha caído. Por tanto, es una cuestión coyuntural, no estructural, pues los mercados se estabilizarán, sustituyéndose ciertas producciones por otras.
El mundo se despertó de la pandemia con una elevada demanda de gas, cuyos precios comenzaron a subir desde agosto de 2021. Con la guerra de Ucrania, el freno del abastecimiento puso de relieve el grado en que las potencias europeas habían ignorado el riesgo a futuro. Ramón de Miguel indica que Alemania nunca se ha querido plantear su dependencia de Rusia, pues le venía muy bien en su visión de la gran llanura europea. Las renovables no se han desarrollado lo suficiente para sustituir dicha demanda, mientras que la producción de gas en Reino Unido y Países Bajos ha caído hasta niveles prácticamente despreciables. El GNL había sido descuidado en tiempos de abundancia, salvo en la Península Ibérica donde no quedaba otra alternativa por su condición de isla energética. Su cantidad sobrante no puede ser exportada debido a la oposición francesa a las interconexiones.
Añade Ramón de Miguel que se ha dado una progresiva eliminación de la energía nuclear en Europa y una disminución de la producción hidráulica, en parte por una etapa de sequía; mientras que las renovables se desarrollan a un ritmo relativo debido a la lentitud de las gestiones administrativas. Por ello, resume que el reto principal es el mercado interior. No se entiende que Europa no tenga un mercado interior de la electricidad del gas que fluya y funcione. De existir, se podrían aminorar las distorsiones y solo requeriría la liberalización de los mercados, así como la separación entre las redes de transporte y las redes comerciales, lo que se conoce como unbundling. La oposición de Francia a esto último impide su implantación en la región.
Para concluir, Ramón de Miguel señala que el potencial reside en la Comisión Europea, que tiene en el Tratado de Roma dos funciones fundamentales que la hacen única en el mundo: la exclusiva del derecho de iniciativa; y un deber que no respeta, el de ser guardiana de los tratados y el derecho secundario. Si cumpliera verdaderamente con su obligación, habría de abrir un procedimiento a Francia por no respetar la directiva del mercado interior ante el Tribunal de Justicia de la UE y que permitiría desatascar el sistema definitivamente.
Sofía Provencio
INCIPE