La Sanidad en la Defensa NBQ. Amenaza biológica
El 11 de febrero de 2020, el Instituto de Cuestiones Internacionales y Política Exterior (INCIPE) organizó un Desayuno de Trabajo bajo el título de La Sanidad en la Defensa NBQ. Amenaza biológica. El ponente que nos acompañó en esta ocasión fue el General de División, Médico y Catedrático de Anatomía Patológica, Santiago Coca Menchero.
Hasta hace unos años la mayoría de amenazas que nos rodeaban eran de naturaleza convencional. No obstante, los avances tecnológicos y científicos desde la mitad del siglo pasado hasta hoy han provocado la aparición de múltiples tipos de amenazas hasta configurar las siglas NRBQ, que corresponden a “nuclear, radiológica, biológica y química”. Las amenazas NRBQ poseen dos vías de origen, la intencionada o la casual. La intencionada está relacionada con el terrorismo y como consecuencia de la guerra híbrida actual. La casual corresponde con la expansión de enfermedades emergentes en forma de virus y bacterias.
De entre todas estas amenazas, la amenaza nuclear encuentra su máxima expresión en Hiroshima en 1945, donde 100.000 personas murieron y otras 100.000 resultaron heridas. Tal fue la catástrofe que se llegó a la conclusión de que no existía -ni existirá- respuesta sanitaria adecuada frente al holocausto nuclear. Históricamente, la posterior aplicación de la Destrucción Mutua Asegurada (o MAD, por sus siglas en inglés) y los sucesos de Chernóbil y Fukushima junto al uso de bombas sucias han abierto múltiples debates sobre posibles respuestas contra las amenazas nucleares.
Por otra parte, las amenazas químicas provienen de gran variedad de agentes. Entre ellos destacan los agentes letales, incapacitantes, fitotóxicos, incendiarios y los fumígenos. Suponiendo un gran número de pérdidas tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial, el último atentado que elevó el pánico y movilización mundial ocurrió en 1995, en el metro de Tokio. Dos conceptos de relevancia a la hora de tratar las amenazas biológicas son: la guerra biológica, o la utilización de microorganismos y sustancias derivadas con fines bélicos; y el bioterrorismo, que es el uso de estas sustancias contra poblaciones para crear pánico y terror. Los principales agentes biológicos y enfermedades emergentes, tal y como mencionamos antes, aparecen en forma de virus, -como fue el caso del ébola, el crimea-congo, o, de manera actual, el coronavirus- y de bacterias como el ántrax, la peste, la fiebre Q o cualquier microorganismo mutado. Las vías de transmisión para estas enfermedades se encuentran en los insectos, el contacto, los alimentos, el agua, o por vía aérea.
Asimismo, la amenaza militar NRBQ es muy baja en territorio nacional, aunque en zona de operaciones depende del territorio en cuestión. La amenaza terrorista, en cambio, solo es alta en el caso radiológico. En cualquier caso, son cinco los niveles de respuesta sanitaria NRBQ. Por un lado, la inteligencia sanitaria, donde se persigue compartir inteligencia desde instituciones militares, civiles e incluso internacionales para desarrollar posteriormente fórmulas de prevención. Una vez se empieza a tener conocimiento de los hechos llega la profilaxis, que promueve la fabricación y almacenamiento de antídotos y productos que minimicen o eviten el daño, así como el control de vectores y la detección de gérmenes. En el tercer nivel se trata de delimitar daños en seres vivos a través de un aislamiento del foco, y ya en el cuarto y quinto nivel se abordan, respectivamente, los temas de tratamiento e investigación sanitaria.
Con vistas a futuro, las siguientes áreas de trabajo se centrarán en completar la unidad sanitaria NBQ, especialmente en la parte de tratamiento de la parte nuclear, la formación de los equipos RDOIT (Rapid Deployable Outbreak Investigation Team), la evolución del concepto militar de farmacia, y la consolidación de la Comisión Nacional de Bioseguridad.
Nicole Pretell
INCIPE