Coordinación Cívico-Militar Humanitaria en Emergencias Complejas


INCIPE celebró el 26 de febrero un Desayuno de Trabajo bajo el título Coordinación Cívico-Militar Humanitaria en Emergencias Complejas. Para este encuentro se contó con la ponencia de Dña. María Fuentenebro, ex Oficial de Asuntos Humanitario en la Sección de Coordinación Cívico-Militar del Departamento de Emergencias en la Oficina de Coordinación Humanitaria (OCHA) de Naciones Unidas.

Las Naciones Unidas cuentan con un amplio despliegue tanto de organismos como de líneas de estrategia o políticas en materia humanitaria, entre los que podemos mencionar las misiones de mantenimiento de la paz, la cooperación al desarrollo mediante el PNUD, la coordinación de las respuestas a emergencias representado por OCHA o las tres agencias más conocidas UNICEF, ACNUR y FAO.

Los principios humanitarios están fundamentados en tres pilares: humanidad, neutralidad e imparcialidad. Siendo este el ámbito de trabajo de la denominada cooperación cívico-militar (CIMIC). En este tipo de cooperación el diálogo entre las dos partes es esencial para su coexistencia sin injerencias, debiendo primar un feedback en materias como la planificación, información y división de tareas; por tanto, las guidelines aquí se hacen necesarias. Algunos ejemplos a nivel operacional de Naciones Unidas pueden ser las Oslo Guidelines o MCDA Guidelines.

Algunos de los principios rectores de la CIMIC son: percepción y aceptación por parte de las comunidades, do no harm, evitar la dependencia militar por parte de los humanitarios, una distinción clara entre las dos partes cooperantes -puesto que tienen un diferente rol, mandato y objetivos-, independencia operacional y el último recurso –los humanitarios solo usarán los bienes militares en última instancia y por un tiempo limitado-, entre otros.

La diferenciación entre los humanitarios y los militares es una de las cuestiones más importantes en este tipo de acciones. Como ya hemos mencionado, presentan roles, objetivos y mandatos diferenciados pero, sobre todo, no son vistos desde las comunidades a donde van a realizar sus actividades con los mismo ojos. Si bien es cierto que en muchos casos, como en el terremoto de Haití, el trabajo conjunto fue más sencillo ya que la sociedad veía con buenos ojos esa acción. En otras actuaciones, los militares son vistos con cierto recelo y por ende, si los humanitarios son relacionados con ellos corren el riesgo de perder la confianza dada por las personas de la región. Por tanto, la cautela y la diferenciación son esenciales. Otro de los puntos que se debe evitar es la escolta militar de la ayuda humanitaria, buscando alternativas como socios locales o negociación.

Es básico el establecimiento y desarrollo de entrenamientos tanto de humanitarios como de los militares. Alemania, Suiza y Holanda están muy concienciados en este sentido estando muy involucrados en la realización de ellos. Con estos entrenamientos, muchos de ellos sobre el terreno, lo que se pretende alcanzar es un cambio en la cultura de ambos actores, cumpliendo el respeto de los mandatos de cada uno pero, a su vez, ofreciendo apoyo y ayuda mutua, superando los posibles conflictos de intereses que pudieran surgir durante el desarrollo de la misión. No obstante, también sería importante lograr un cambio en la mentalidad de otros actores involucrados, tales como las Naciones Unidas, cuyo sistema de seguridad está bunkerizándose progresivamente, complicando la acción humanitaria.

El Desayuno de Trabajo, contó con la presencia de miembros de diversos sectores entre los que destacan militares, expertos en Ayuda Humanitaria y miembros de ONGs. Para finalizar el encuentro se dio paso a un turno de intervenciones entre los asistentes donde se pusieron de relieve distintas perspectivas, sobre todo a nivel de percepción del rol de los militares en relación con este tipo de cooperación.

Marina Dorado
INCIPE

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