Dinamización del terrorismo yihadista en Oriente Medio
Bajo el título Dinamización del terrorismo yihadista en Oriente Medio, INCIPE organizó el pasado 8 de julio un Desayuno de Trabajo que contó con la ponencia de Carlos Echeverría, profesor de Relaciones Internacionales en la UNED y experto en mundo islámico.
Desde el estallido de las revueltas árabes hemos sido testigos de cómo el terrorismo yihadista ha ido cobrando un nuevo protagonismo, incorporando nuevos actores y métodos que suponen una ruptura con lo tradicional. Un claro ejemplo es la organización terrorista Frente Al‐Nursa, creada en enero de 2012 durante la Guerra Civil Siria y cercana ideológicamente a Al Qaeda. Al‐Nursa, activa en Siria pero no en Irak, ha centralizado los esfuerzos yihadistas para combatir al régimen de Damasco y ha lanzado ofensivas en Líbano contra la comunidad chií. Este grupo terrorista se encuentra enfrentado al liderado por Abu Bakr Al‐Baghdadi, Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS). El conflicto ha llevado a Al Zawahiri, líder de Al Qaeda, a exigir el cese de las hostilidades para no alejarse de sus prioridades.
El grupo terrorista Estado Islámico de Irak y el Levante es el más poderoso hoy en día y Al‐ Baghdadi incluso se atreve a disputar el liderazgo al propio Al Zawahiri, calificándole de apóstata. Pese a contar solamente con unos 12.000 efectivos, ha sido capaz de hacer retroceder a las fuerzas de seguridad iraquíes entrenadas por Estados Unidos. El grupo terrorista posee una gran capacidad de reclutamiento, tanto en el mundo musulmán como en el occidental. Se estima que la mitad de sus efectivos son extranjeros y que cuenta en sus filas con unos 3.000 combatientes occidentales luchando en territorio sirio e iraquí. En términos de financiación, ISIS recibe fondos principalmente de donantes particulares de los países del Golfo y de jefes tribales suniís de Irak, descontentos con el primer ministro Al Maliki (perteneciente a la comunidad chií). Además, ISIS durante la toma de ciudades ha ido haciéndose con armamento más sofisticado, fondos bancarios y petróleo.
La situación del Gobierno de Irak actualmente está muy comprometida. En las pasadas elecciones del 30 de marzo de 2014 la coalición chií “Estado de Derecho”, que lidera Al Maliki, obtuvo la victoria pero no escaños suficientes, lo que le obligaba a formar un gobierno de coalición. Tres meses después y tras el avance de la insurgencia, muchos de los territorios suniís han sido tomados sin que las fuerzas de seguridad ofrecieran apenas resistencia. Mosul, capital del norte del país y con unos 800.000 habitantes, cayó bajo control yihadista el 10 de junio.
El 29 de junio ISIS proclama el establecimiento de un nuevo Califato y designa a su líder Al‐ Baghdadi como nuevo Califa. El nuevo Estado Islámico (despojado de las referencias a Irak y Levante) exige juramento de lealtad al nuevo Califa por parte de todos los musulmanes y estipula como objetivo principal la eliminación de todo mal musulmán. La proclamación del Califato encarna una provocación y aumentará aún más la brecha entre suniís y chiís, cada vez más demonizados. La mezquita de Mosul fue escenario el pasado 4 de julio de la pronunciación de un sermón por parte del nuevo autoproclamado califa Al Baghdadi, anunciando así el establecimiento del Estado Islámico y su cruzada contra los infieles.
No solamente Irak, sino todo Oriente Medio, se enfrenta a un conflicto que va más allá de la lucha entre las dos vertientes ideológicas del Islam, a las que se les suma el extremismo y el poder como factores determinantes. A la rivalidad entre suníís y chiís, liderados respectivamente por Arabia Saudí e Irán, se une la lucha por el control de los recursos energéticos. Los objetivos y las prácticas del heterogéneo abanico de grupos terroristas de la región revelan el optimismo y la ingenuidad de Occidente ante los sucesos de la mal llamada primavera árabe.
Aranzazu Álvarez
Responsable de Relaciones Institucionales
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